Los mexicanos nos han regalado siete álbumes de estudio donde podemos guardar registro de su esencia y crecimiento como banda; quizá, la mejor de Latinoamérica actual. Lejos están sus primeros sencillos del 2001 contra las últimas del Sonidos de Karmática Resonancia (2021). ¿Será este su mejor álbum? Aún no lo sé, falta escucharlo más, pero acá te dejo mi TOP 3 de esta banda que nos ha sacudido entre amor espacial, poesía, beats, rock y sicodelia.
Hablar de Zoé da para horas, días, noches, madrugadas. Los he visto live varias veces y siempre ha sido rico. He brindado con ellos en hoteles a punto de ebullición, guaro y entrevista. Uno a uno he disfrutado la explosión de sus discos... detenidamente.
He visto cómo han pasado de la sicodelia indie agresiva a las baladas synthpop, pegonas y suaves. Ahí he comprendido su proceso como banda y como humanos.
«Han sido 20 años de música con muchísimas texturas, aristas, viajes y profundidades. Un vasto universo sonoro para explorar y perderse. O encontrarse entre versos, pliegues e historias».
Estos son mis tres discos favoritos.
#3 — Sonidos de Karmática Resonancia, 2021
Synthpop bien hecho. Evolucionado desde una banda que nos viene regalando magia y sonidos precisos. Eso es este disco: precisión pandémica.
¿Lo mejor de pandemia? No lo sé. Pero sí es un disco muy bien hecho, bien pensado y magistralmente ejecutado con lo que está sonando en estos tiempos de más baile y menos estridencia tosca.
Letras bien insertadas en la melodía y un buen puño de sintes que truenan lindo.
Pasarán algunos años para darnos cuenta de lo grande que es -en su tiempo y efecto contemporáneo-, sobre todo entendiendo de dónde vienen desde su Rocanlover.
Disco suavecito con rolas hilvanadas por armonías condensadas en poesía vocal y lo que llaman storytelling... pero bailado.
Las primeras cinco son un éxtasis, luego el disco se parte en la introspección sonora; pero avanza, con "Fiebre". Para quienes son puristas de Zoé, Aztlán del 2018 es mejor. Diserto. Este disco tiene algo que todavía no hemos comprendido y trascendió muy al estilo Arctic Monkeys con discos nuevos.
Hay mística de encierro, magia de crear a través de redes sociales, distanciamiento, soledad real, conceptual y rígida en timin' duro. Eso tiene. Me encanta el flujo de diversidad. Y, además, que su productor ya no está. Es un "Hello-Good Bye". Un inicio.
"Clarividad" lo anuncia. Gracias, synthpop. Gracias, Leon. Es un gran poema visionario.
#2 — Reptilectric, 2008
Un disco poderoso de principio a fin. Tiene estruendo y una historia hilvanada que lo llena desde amor, desamor, sufrimiento, manifiesto social, político y sobredosis de felicidad.
Aquí hay algunas de mis rolas favoritas de Zoé y otras que los catapultaron como una de las mejores bandas latinas. Arranca con electricidad, batería a tope y sintetizadores muy al estilo de su anterior, el Memo Rex.
La voz de León suena perfecta junto a las líneas del bajo de Ángel, que me lanzan recuerdos a The Cure, Slowdive, Placebo, She Wants Revenge y Radiohead. Lo mejorcito es la batería de Rodrigo, que junto a los sintes de Jesús en armonía y los reefs de Sergio nos explotan la cabeza. Hay shoegaze, delay, ruido.
Este disco lo fundí en madrugadas eternas, roadtrips y hasta usé epígrafes-versos para algunos de mis libros de poesía-novela. 42 minutos perfectos a cargo de Phil Vinall.
Sicodelia, Wurlitzer, coros, poemas a 2/8 y una explosión desde "Reptilectric", "Nada", "Sombras", "Neandertal", "Últimos días" o "Babilonia". Pero también amarre pop en "Poli" y "Luna". Dos poemas infinitos de Zoé.
#1 — Memo Rex Commander..., 2006
Hay discos perfectos de los que hablar menos es más. Este es uno. Para el 2006 no habían sonidos latinos como los que Zoé junto a Phil Vinall replicaron: Placebo en batería, Radiohead en distorsión y la inmensa cantidad de efectos sicodélicos. Añado: In Rainbows de Radiohead vino 13 meses después.
Un disco para escuchar de principio a fin en un rollercoaster hermoso. Un viaje subacuático y ultra dimensional. Una belleza llena de muchas aristas y profundidades.
Todas las tracks son hermosas. El disco se parte en tres: La primera parte acelerada con "Memo Rex", "Vía Láctea", "Vynil", "No me destruyas" y "Corazón Atómico". Luego el interludio con "Nada", "The Room" (de mis favs), "Paula" y luego la resolución con mi favorita de Zoé: "Human Space Volt" con sicodelia alucinante y Leon cantando en inglés a través de solos aletargados. Uf.
Mierda. Me extendí. Pasa, porque lo amo. Este es el Zoé que extraño. El de saltar en conciertos, pero también en sala o ducha.
Mucho punch al estilo Porter. Por ahí... The Cure, Joy Division, Tame Impala y Pixies.
En "Paz" termina el disco, pero empezó un mito de una banda que lo tiene todo. Por ahí hay reefs muy apacibles... y mucha paz.
El disco: "Acaricia mi alma, suaviza mi ser. Esteriliza mi sangre. Y purifica mi amor".
Mitología griega a lo Ícaro y Dédalo: "Un vuelo en llamas, bautizo iluminó. Reparo los magnetos del amor. Mientras mis alas, se desintegrarán. Y vuelvo a caer una vez más. En el rincón".
Tal cual Cerati el Larregui. Puro Amor.
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