Estaba en una fiesta hippie. Había harta mariguana, poco mdma y casi nada de cocaína. Mi amiga "host" ponía su música desde un estéreo estrambótico y raro conectado a seis parlantes que daban casi a la calle. Nos ponía canciones pop. Ella decía que eran indie pop con toque de sicodelia roquera. ¡Mentira! El "más o menos buen gusto" no se lo discuto, eso estaba bien. Prendía fiesta. Lo que le refuto fue cuando dijo que el indie había nacido en los 2000. Eso sí no. Ahí saqué mi filo musical y mi furia poética. El resto fue historia.
Hay bandas que han influenciado muchísimo, pero se han mantenido fuera del mainstream al punto de ser bandas de culto. Eso es YLT. Sus sonidos, aún vigentes y enérgicos van desde noise pop, dream pop, rock alternativo, shoegaze hasta folk avant-garde. Todo envuelto en un indie rock versátil que ha inspirado a una estela explosiva e incalculable de bandas y, que mi amiga "host" (sin decir nombre) no tenía la mínima idea.
Yo La Tengo es un Big Bang musical. Algún día lo comprenderemos.
Puedo imaginar la primera impresión de Ira Kaplan (voz, guitarra, piano) y Georgia Hubley (batería) al ver a los Beatles en The Ed Sullivan Show de 1964 y sentir como les entraba la "Beatlemanía" con apenas siete y cuatro años. "Fue como inhalar un virus", sentencia el periodista musical Jesse Jarnow en su gran libro "Big Day Coming: Yo La Tengo and the Rise of Indie Rock".
Imaginen. Eran los años sesenta con sus convulsiones y el rock de Elvis ya había destilado el guaro para la ferviente plebe intelectual sonora. Pero faltaba algo más. Los Beatles llegaron a Estados Unidos y, el virus contagió al mundo. Un precedente. Adiós, Elvis. Hola, recuerdo.
Luego sonarían The Kinks, la Velvet Undreground, "Rubby Tuesday" de los Rolling, los Modern Lovers, My Bloody Valentine, Sonic Youth y los Meat Puppets a los oídos de estos nerds. Y sin pensarlo mucho, todas estas frecuencias mixeadas y legítimas iniciaron una joda, un movimiento.
En algunas de las páginas, Jesse Jarnow dice: "YLT se mantuvo fuera de las tendencias underground que les habría traído más atención. Les gustaba demasiado el folk de The Kinks, eran ya grandes para el hardcore y muy suaves para el post punk... Eran muy sencillos para ser new wave y demasiado modestos para querer ser estrellas de videoclip. Se preocupaban mucho por todo...". Tenían harta razón. Eso lo digo yo.
En sus primeros discos: Ride de tiger (1986), New Wave Hot Dogs (1987) y President YLT (1989) sus sonidos incursionan en un folk bastante digerible, pero extraño, por momentos apegado a un college rock con toques de sicodelia y lo-fi. Guitarras sucias, bases rítmicas viscerales y sin adornos. Sonidos que años después sería lo que hoy conocemos como indie rock: Buzzcocks, R.E.M., Pixies, Pavement, Nirvana, etc.
Pero hablar de Indie Rock es muy vasto, aunque les acabo de dar tres bandas importantísimas de esa época y solo me quedaría una más: The Smiths, que explotó en college radios con indie más New Wave.
Luego en los noventa vendrían tres discazos que catapultarían a YLT como una banda de culto completa con capas sonoras profundas, jevis e innovadoras: el estruendoso Painful del 93, el transgresor Electr-O-Pura del 95 y el emocionante I can hear the heart beating as one del 97 que fusiona muchos géneros con sonido confort que te abraza en sus casi 70 minutos. Fue el primero de su carrera en entrar a charts.
«A partir de los noventa, la presencia del bajista James McNew, que se unió en 1992, tiene significante poderosa. Todo lo que vino después de estos tres discos, ya fue un regalo extra a mi parecer».
En los últimos 20 años YLT sigue siendo flow y sinergia. Mucho de Stereolab, The Flaming Lips o Belle and Sebastian por momentos. Yo me quedo con tres discazos que son gaviotas sonoras y melancólicas: I am not afraid of you and i will beat your ass del 2006, Popular songs del 2009 y Fade del 2013 donde están las bellezas "Ohm" y "Before we run".
Resumen: Los de Nueva Jersey nos han dejado mucha música hermosa llena de honestidad y sonidos bien. Claros. Poemas sonoros que exploran las barreras delirantes del shoegaze con la precariedad armónica del folk pop rock.
Música original y adelantada que trascendió a todos los sonidos que se escuchan ahora con (muchísimas) bandas que se auto nombran "Indie Rock" y, que nunca pasaron por el camino de lo que es ser "indie", "independiente", de de veras (YLT o The Velvet Underground de Lou Reed que es el germen). En fin, sin ponerme muy tosco erudito, todo eso pasó entre radios universitarias, exhibiciones de arte íntimas, pari, las tracks de "boca en boca", etc. Por eso en YLT encuentro el origen de mucho, pero también, la simplicidad exuberante de ser ellos mismos: Músicos sin afán de vender un millón de copias. Y eso se agradece.
«Una banda que nunca ha trascendido a éxitos masivamente comerciales, pero que dejó y sigue dejando un gran legado. Una banda que no se inmortalizó en charts y en cuentas multimillonarias que involucran radio, tv, prensa y giras extenuantes; sino un camino musical sólido con una obsesión desbordada por sonar bien».
Eso es YLT. Lo genial de todo esto es que siguen activos produciendo música única y multifacética. Por momentos pienso en Elvis Costello y David Byrne. Son como diamantes puros, donde si te acercás a ver bien, ves toda la historia de la música en cada uno de sus acordes. Casi igual me pasa con el gran Santiago Motorizado de #EMAUPM cantando "Amigo Piedra" o "Fuego" o "Yoni B". Las puedo escuchar forever.
Y, eso, es algo que mi amiga "super host" -sorrynotsorry- nunca lo va a entender. Por eso incité a una especie de "revuelta musical" esa noche. Una revolución como The Clash. Pedí coca para mis amigos no hippies, unos cigarros "sin bolita sabor sandía" y nos fuimos. En mi casa escuchamos a todo volumen Broken Social Scene, Pixies y Talking Heads.
La penúltima fue de The Jesus and Mary Chain.
La última de Radiohead. Obvio.
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