El checo es uno de los autores que más me disfruté de adolescente -y ahora en relecturas-, que con una literatura densa y llena de inquietudes existenciales, laberintos fantásticos y luchas de poder te enmaraña de golpe y no te suelta. En cada uno de sus libros la repetición del absurdo es crucial e indispensable, pero entre más se entretejen sus conflictos y su forma de ver el mundo... el cosmos se entumece con nosotros. A Kafka lo angustiaba la burocracia y la autoridad, por eso su esencia punk aún perdura. Este es mi TOP 5.
La metamorfosis (1915)
Un clásico hecho comics, largometrajes, cortometrajes, pinturas, canciones, ropa, etc. Una nouvelle parteaguas donde el personaje, convertido en cucaracha, siempre será un referente cuando el mundo nos parece una mierda absurda, cansada, frustrante, monótona, confusa. Todos tenemos algo de cucaracha cuando el peso de la angustia es exasperante. Cuando el círculo de vivir nos envuelve y somete como esclavos autómatas a los mecanismos programados de la vida social y sus reglas. ¡Todas y todos... somos Gregorio Samsa!
El proceso (1925, inconclusa)
Desde el inicio, esta novelaza nos sumerge en la imposibilidad, el absurdo y lo fantástico. Josef K. se ve inmerso en un arresto condicionado y un proceso judicial del que no sabe absolutamente nada. Su situación es incierta, pero al parecer muy grave. Escrita magistralmente, Kafka nos pone frente a un sistema legal del que no hay escapatoria. En casi 300 páginas nos narra cómo el acusado va perdiendo la fe, la cabeza y se enfrenta a una lucha interminable. Con una dialéctica casi ensordecedora, el checo nos sitúa junto a la soledad propia por la que divagan la culpa, la existencia, la angustia, la estupidez, el hastío. Mi favorito junto a El Castillo, que parece la continuación de la pesadilla que es la burocracia.
El Castillo (1926, inconclusa)
Una obra magistral de la literatura y cúspide del checo. Aquí el adjetivo "kafkiano" adquiere mayor fuerza porque nos sitúa frente a la desesperanzadora burocracia de cualquier época como un lugar común que simboliza lo imposible, inalcanzable e inaccesible. A diferencia de El Proceso, esta novela de más de 500 páginas y también inconclusa, nos pone del lado del agrimensor K. quien es contratado para hacer un trabajo como cualquier mortal. Sin embargo, la densidad que representa el castillo y sus caprichos es agotadora. Aquí vemos dos protagonistas muy definidos que aborda el checo en casi todas sus obras: el poder y los administrados. Además, el factor tiempo es un rasgo vital en todas las conversaciones porque parecen eternas. La Ley, por su parte, es un poder omnipotente que todo lo rige aun así no sepamos de ella, como le sucede al personaje que parece estar cada vez más cerca del castillo, pero es mentira. Nunca lo alcanza.
Carta al padre (1952)
Escrita desde las entrañas con la austeridad y objetividad que la intimidad suponen, este libro que empezó como correspondencia entre Kafka y su padre, alcanza fuerza al convertirse en una epítome de confesiones, reclamos, insights y sucesos reales escritos desde una habitación de hotel en la que Kafka se quedó dos semanas para encarar a su padre por la forma de educarlo, criarlo e influenciarlo en todas sus decisiones que lo llevarían a escribir desde la fragilidad y la inseguridad. ¿Patriarcado? Exactamente. Kafka nos presenta solo la punta del iceberg de cómo heredamos tanto y que toca "desconfigurarnos". Con solo el inicio del libro, Kafka nos inserta en una lectura necesaria: «Hace poco me preguntaste por qué afirmo que te tengo miedo. Como de costumbre no supe qué contestarte, en parte, precisamente por el miedo que te tengo, y además porque son demasiados los detalles que fundamentan ese miedo, muchos más de los que podría coordinar a medias mientras hablo». Publicada casi 25 años de su muerte.
Cartas a Milena (1952)
Casi toda la obra del checo se publicó de manera póstuma por su amigo y custodio Max Brod, que decidió no destruir los relatos, cartas y diarios. Al igual que en todas sus correspondencias, se ve a un Kafka íntimo, ansioso, pulcro y consistente con el lenguaje; pero a diferencia de los otros libros de cartas, esta es una joya de nueve meses de amor intenso con Milena Jesenská. En cada página hay un lenguaje exquisito, imaginación y desborde sentimental. Ambos tenían pareja, lo que hace de estas intensas misivas un idilio que sobrepasa lo físico. La primera vez que lo leí no existían las redes sociales, solo MSN Messenger y el correo electrónico; lo que me llevó a fantasear con esa intensidad con la que se escribían hasta cuatro veces al día. Acá les dejo tres fragmentos de pura pasión: «Aun sin que me cuentes nada, te conozco mucho mejor que a mí mismo». «O eres mía y entonces todo está bien, o te pierdo, entonces no es que todo esté mal sino que nada existe”. «Levantarme mañana es más seguro que la lejanísima posibilidad de nuestra vida en común”. Una belleza.
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