Siempre he tenido una conexión fuerte con Venezuela. Ha de ser la rumba, el trópico o que en verdad son bien chéveres. Sin importar género, me llevo muy bien con sus vibras, música y acento. Hace unos días hicimos videollamada con Simon Grossmann, de quien afirman, es otro éxito del nuevo pop latino. La conversa estuvo chévere y concluimos que la música es un hogar muy cálido. Sobre todo el latino.
Son las 12 PM hora de Guatemala, 9 PM en Milán. Nos saludamos entre risas. Me cuenta que está en la plaza y se está quedando sin batería. Le digo que apague su cámara. El pana anda viajando y la necesita. En casi una hora de plática nos vamos de pregunta en respuesta explorando sus inicios en la música, el efecto Covid, la explosión que tuvo en redes sociales, artistas que le gustan, libros que lee, colaboraciones que quisiera hacer (son muchas), música que lo inspira y lo más importante: cómo empezó este vaivén de andar cantando tracks-poemas por el mundo.
Para diseccionar su obra –pero más que su obra, me interesan detalles, su pasión y su intuición sonora– hacemos un repaso por sus tres discos: Ciclo (2017), Mujer eléctrica (2019) y Bahía Margarita (2021).
De la plática me guardo la disposición, la humildad y la buena vibra. El chamo-pana es súper onda.
Si algo me gusta de entrevistar a artistas es que en el acento y en las pausas al hablar de música percibo mucho. Pero vamos lento. Por partes. ¿Quién es Simon Grossmann? ¿Qué le apasiona?
La guitarra y los inicios del Ciclo
Le apasiona la música. Punto. Los sonidos más puristas, folk y funk, pero también la electricidad y el gozo del pop tropical. Le gustan las canciones simples que digan mucho con poco. Su universo sonoro es una especie de guarida desde Juan Luis Guerra hasta Jack Johnson, Manu Chao o The 1975.
De sus inicios me cuenta que empezó con la guitarra a los 12-13 años. Luego bandas y, después con redes sociales (Soundcloud) ya no hubo vuelta atrás. Ese fue el estartazo, y vaya estartazo con más de 60 mil reproducciones de sus canciones sin producción profesional.
«De ahí surge Ciclo, una recolección de canciones que tenía engavetadas de años anteriores», me cuenta.
Cuando escucho Ciclo detenidamente le encuentro aristas muy particulares. Muy folk precario y muy bien hilvanadas al mejor estilo playero. Hay ecos de Jason Mraz, Dave Matthews o John Mayer; pero con ritmo único que solo se encuentra en el Caribe. Las letras están cuidadas y suenan frescas, enamoradas, directas.
Con 22 años, Simon tuvo la suerte que Luis Pardo de Los Amigos Invisibles le produjera el disco. «Toda una historia. Me atreví a enviarle mis canciones y me respondió enseguida que le habían gustado. Quería que me fuera a Nueva York de una vez. Y así fue. Allí grabamos en una semana y el resto es historia».
Ciclo llegó a más de 20 millones de reproducciones acumuladas. Del disco, que por cierto también me da brillos al colombiano Andrés Cepeda, hay muy buenas tracks: "Quiero agradecer", "Al amanecer", Mi locura" y las famosas "Agüitaecoco" junto a "Limón y sal".
Siete tracks bien cantadas, bien hechas y muy bien producidas. Sutiles. Poderosas.
La electricidad personal
«Ya con una relación profesional y de amigos (panas), hicimos Mujer eléctrica junto a Luis Pardo en unas 11 horas. Tiene un sonido más personal y cuidando mucho las palabras. Lo que yo quería decir».
¡Y se siente! Muchísimo. El disco explora más electricidad que el primero y, además, es una catapulta de sonidos ligados estrechamente a géneros pegajosos. Hay riffs potentes, repuntes vocales, líneas de bajo estimulantes, coros abundantes... Hay magia de chispa y producción. Al respecto, me cuenta Simon:
«Aquí hubo más banda involucrada. Y eso lo hizo más fácil de producir porque habían más ideas de sonidos, efectos, cambios de ritmo y más».
A mi oído, un disco con brillos Draco Rosa y una multitud de ritmos latinos que se empoderan con luz vocal bien cantada. No mencionaré ni un track porque todas me parecen muy buenas en los apenas 36 minutos que dura. Se queda uno queriendo más. Hay pedales, mucho blues, hammond, congas, voces, melodía y armonía bien abrazadas. Hay sensualidad.
Un disco cooperativo para escuchar en compañía. Aquí va el emoji en llamas 🔥
El encierro, las vacaciones y el mar digital
«A todos nos pegó distinto el Covid» , le digo al pana. Él afirma y añade «eso es Bahía Margarita, el anhelo de querer ir al mar porque estábamos encerrados. Es un disco más digital porque casi todo lo hice desde la computadora. Son canciones que quieren ver atardecer desde playa, fiesta, tú sabes...»
Y se siente. Un disco también cooperativo, pero hecho desde el encierro. Abunda el mar salado, la frescura y ese sentimiento funky de querer estar en otra parte. Una especie de holograma digital para alejarse de el "mal tripear". Muy al estilo de "Playa Azul" de Los Amigos Invisibles. Muy chulo.
Sobreabunda por momentos house sutil ("Daiquirí", "Modelos", "Amor nuevo") amalgamado con un trap urbano que lo levantan de la joda, fumar hasta relajar y querer olvidarse de todo. Disco relax. Bien.
En "Tarde", la última del disco, el enjambre funky mezclado con literatura bailan; y ahí le preguntó a Simon de libros.
«Me gusta mucho leer. Norgewian Wood de Murakami me encanta. También los libros de Gabriel García Márquez», me cuenta.
Puedo comprender. Literatura desde la profundidad hacia el espectro. Añoranza a lo exquisito y cotidiano, pero estando lejos. Bahía Margarita habla mucho de eso. De inmediato pensé en Jesse Báez, Clara Cava y Bandalos Chinos.
Guate, la frescura y giras en un Corolla 94
Hablame de Corolla 94, tu último sencillo. Tiene mucho Manu Chao, C. Tangana, Drexler, Alex Ferreira y toda la vibra fresca de hits de la época. «Son sonidos muy bailables con letra que recuerdas. Está hecha para divertirse y bailar», me cuenta al mismo tiempo que pienso en cómo lo retro nos regresa al presente fácilmente.
¿Y qué esperamos para tu regreso a Guate?, le pregunto. «Uy, mucha fiesta y un bonito reencuentro... ¡Vamos a pasarla muy bien, Pablito!»
Y, bueno, así fue la plática con el querido Simon. Se viene el concierto por 2 Mundos Agency. Ahí están los detalles para pasarla chévere. Le abren Kiki y Camila Orantes. Nos vemos cantando.
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