Si me ponen a elegir mi disco hito del punk es este: Never Mind the Bollocks... de Sex Pistols. No hay otro que lo supere. Este disco representa actitud, rabia, una época y no un estilo; sino un modo de vivir y hacer las cosas. No hay nada más punketo que eso.
Ni Ramones, ni The Clash, ni The Jam, ni el Raw Power de Iggy Pop and The Stooges, ni el Fresh fruit... de los Dead Kennedys, ni el Damned Damned Damned de The Damned, ni Buzzcocks, ni Bad Brains, ni Black Flag, ni Patti Smith, ni The Stranglers, ni Rancid, ni Green Day, ni The Offspring tiene esta potencia y vigencia visceral, valeverga, única.
Las 11 rolas son una cátedra magistral de hacer música apasionada por muchas razones y una sola: Nadie sabía lo que estaba haciendo.
Ni Malcolm McLaren como empresario que los adoptó, ni Johnny Rotten que lanza rabia desde la primera, ni Sid Vicious que apenas mete bajo en una sola, ni Paul Cook que destila rabia en la bataca o Stevie Jones con su desaliñada distorsión que todo lo inunda con desencanto y odio. Además, tampoco les interesaba tocar bien. Eran punks... y no músicos.
Odiaban todo. Odiaban el rock y sobre todo odiaban a Pink Floyd. Odiaban a los hippies, a Inglaterra, al mundo entero, a la vida cotidiana, a los músicos de la época… odiaban todo y se nota en “Liar”, “Problems", "No feelings”, “Bodies”, “Pretty Vacant”, “E.M.I.” o las cládicas “Anarchy in the UK”, “God save the queen” o “Holidays in the sun”.
Odiaban a la monarquía, al fascismo, a la censura y al sistema. Odiaban todo.
Odiaban a la Reina, aunque en el fondo la amaban. Pero eso no importa, porque a ellos no les importaba nada y odiaban lo que ella representaba. Aunque ese concierto (de 2 canciones) del 7 de junio de 1977 desde un barco frente al Palacio Real fue memorable. La Reina Isabel II cumplía 25 años en el trono. El resto es historia. Presos por unas horas, pero el punk había hecho su manifiesto.
No eran buenos músicos, y lo sabían; pero este disco confirma que 1977 fue un excelente año para la música sin que a ellos les importara mucho o nada. Es que nada importaba. Y eso es el disco.
Un discazo donde lo que importa, quizás, es que no importa NADA.
Ahí radica su magia. Además, fue su único álbum de estudio. Eso dice mucho. Aunque la verdad... No importa.
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