La música chilena es de mis favoritas. Tiene bandas robustas y poderosas que me han marcado la vida: Los Tres, Los Prisioneros, Lucybell, Los Jaivas, Los Bunkers, Aparato Raro, Makiza, Los Tetas, La Ley... Pero cuando escuché la música de RUBIO a inicios de pandemia, me voló la cabeza.
Para quienes no la conocen, Fran Straube -más conocida como RUBIO desde hace muchos años con su primer EP-, es una chilena talentosa por haber sido baterista de las bandas Fármacos hasta el 2015 y Miss Garrison al 2018, donde también cantaba. Las bandas funcionaron simultáneamente desde el punk al pop y viceversa. Diez años intensos. Pesados. Quizás ese trajín jevi, acelerado y nebuloso, fue lo determinante para que Fran se alejara del ruido. Una especie de renacer introspectivo. Una huída para encontrarse.
En una entrevista super íntima leí que se refugió en la selva. Eso me pareció genial. Dice mucho de su capacidad como ser sensible para percibir el mundo, interpretar y canalizar energías a través de la música.
Hay momentos, confieso, que siento a Fran como una amiga querida de lo harto que llevo escuchándola entre Covid y mascarillas. Me la paso leyendo artículos sobre ella y siguiéndola en Instagram. De alguna manera ella ha sido mi selva y mi refugio alentador lleno de aristas abstractas, enzimas poderosas y cobijas tibias para estos tiempos duros.
Pero bueno, dejemos atrás la poesía y hablemos de su música, que son producciones llenas de talento, sorpresa, precisión y alivio.
Si bien hay un sentir congénito musical que nos reconecta a las raíces de la música (Nicola Cruz, Chancha Vía Circuito, El Búho, Rodrigo Gallardo, Satori o Jon Hopkins), todos los sonidos de RUBIO avanzan en un territorio donde los nombres y géneros sobreabundan: folktrónica, trip hop, pop, ambient, ethnic trap, dream pop, etc. Al final como siempre digo, «toda esa celosía de términos se caen cuando algo es bueno».
RUBIO hilvana y amalgama vocales potentes, letras concisas, sintetizadores, multi instrumentalización, música electrónica, música étnica y música pop. Pero más que eso, hilvana poesía. Poesía íntima que se aflora en cada beat y transcurso y homenaje que le rinde a sus procesos. Puedo imaginar que conversar con ella es tener una radiografía de resurgimientos y renacer. No sé, balbuceo esto tal vez porque los seres humanos somos espejo... y, además, porque estoy con su disco Pez a todo volumen mientras escribo esto.
Su primer y gran disco, Pez del 2018, fue presentado en cinco partes previamente: 5 EPs con las iniciales: R, U, B, I, O. Eso nos introduce a la importancia que tiene la conceptualización del lenguaje y la potencia de la palabra para Fran. Claro, estamos hablando de Chile y hablar de palabra (poesía) es desbordante: Gabriela Mistral, Stella Díaz Varín, Carmen Berenguer, Eugenia Britto, Violeta Parra, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Roberto Bolaño, Enrique Linh, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Raúl Zurita, Héctor H. Montecinos, etc. Y es en Pez donde podemos vislumbrar todo esa metralla poética.
Hay oscuridad, luz, vacío, silencio, introspección, asimilación. También hay mucha energía, vibración y potencia. Hay brillos de Björk, Portishead, Phantogram, James Blake, Four Tet, Radiohead transformados en canciones brillantes muy al estilo RUBIO. Con un sello particular muy visible, original y tremendo.
Desde la primera "Seres invisibles", un hermoso enjambre de notas articuladas con piano, misterio y beats profundos —cercanos al tango de Bajofondo Tango Club, al piano de "Hammers"-Nils Frahm o a la voz de Denise Gutiérrez (Hello Seahorse!)— nos prepara e instala en el mundo RUBIO. Le sigue "Árboles" con un mantra-ayahuasca sanador maravilloso al que la letra sobre el desapego le queda perfecta. Luego mi favorita "Hacia el fondo" que es un himno revitalizador. "Coral", "Luz" y "Fábula" como un medley poético con exploraciones sobre música tribal, árabe o turca. De ahí "La llamada" que es una chulada con brillos trap, las ambient "Yoko", "Indonesia" y "El Tesoro" haciendo emulación atmosférica a su primer EP de 4 años atrás para llegar a "Las Plantas" que es afrohouse tribal con mucha condensación lírica y beats muy DJ (Ricardo Villalobos o Alejandro Paz), la bailable del disco. Para terminar con "Mátame" que es una joyita.
En Pez, el universo abstracto y la ensoñación sonora te atrapan de principio a fin. Te preparan para la transición a Mango Negro.
En Mango Negro del 2020 hay un crecimiento que resguarda cambios poderosos. Un disco ecléctico que abre una nueva época más pop con una Fran super cómoda, en confianza y alineada con su talento. Podría escribir de cada canción, pero en una época de Reels y Tik Toks solo diré que "IR", "Compañera", "Pájaro Azul" y "Solo quiero que me salves tú" tienen algo que no te suelta. Hay misterio. Hay magia. Hay crujir de sentimientos y beats bien puestos con letras/cambios de voz que hipnotizan. Son baile introspectivo.
En resumen, eso es RUBIO. Una mujer que hipnotiza. Una música que electriza.
Escuchen el sencillo "Invierno" del año pasado y se darán cuenta de su belleza.
Comments