Hay libros entrañables, libros de cabecera, libros de culto, libros de relleno, libros faro. Pero también están aquellos libros alucinados y densos, a esos les llamo metalibros porque contienen demasiada información extrapolada que te sorprende y te marca de por vida. Aquí te dejo cuatro que me parecen una belleza.
El arcoíris de la gravedad de Thomas Pynchon
En sus más de mil páginas y sus caóticos pasillos por los que uno también huye junto a Tyrone y sus muchísimos más personajes, que seguramente olvidarás en un abrir y cerrar de ojos, la historia prosigue con referencias, bultos escriturales, tropiezos caóticos a propósito, p a r a n o i a, telarañas retóricas y excentricidades literarias que al final son balbuceos densos de una aventura casi sin fin en la Europa distópica, devastada y destruida por la Segunda Guerra Mundial. La de los nazis y agentes clandestinos. Esa que sí sucedió, pero que Pynchon refuerza con una sobredosis de ciencia ficción, sátira y sobreabundancia de pedazos fantásticos y retazos absurdos que se asemejan al colapso de la confusión. Así, el tiempo vuela mientras uno queda enganchado en qué tienen que ver el plástico que recubre unas bombas, con una erección
Rayuela de Julio Cortázar
No es lo mismo estar en un punto geográfico de Europa que en un punto geográfico de América. Es decir, París - Buenos Aires. Y aunque fuese lo mismo, la metanovela nos hace ver con su multiplicidad de hipertextos y la gran cantidad de referencias de música, cine, poesía y arte que da lo mismo. Mientras tanto, uno queda sumergido en un limbo donde el amor mueve los hilos de la historia, pero queda extremadamente dilatado a tal punto de perdernos entre capítulo y capítulo. Y eso es Rayuela, la condensación del "pie de página" y del próximo giro que tome la historia sin historia. En varios artículos he escrito sobre este magistral libro, pero siempre me quedo con la sensación de que Horacio y La Maga bien pueden ser Talita, Traveler o cualquier otro personaje de ciencia ficción, aunque aquí la realidad nos sobrepasa con sus metáforas y referentes propios de una época intelectual.
Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams
A ver, la primera vez que leí esta novela me atoré de la risa por la capacidad de hilvanar ciencia ficción, poesía, robots, galaxias, ridículo, emoción y cotidianeidad. Los personajes de esta primera novela -a la que le siguieron 5 novelas más en una edición de más de tres mil páginas- son extraños, bizarros y complejos; incluyendo al querido Arthur Dent que se queja por todo, pero parece dejarse ir por lo que fluye a cada trote del texto. Pero entre más nos metemos en la lectura, que definitivamente atrapa, conocemos y reconocemos esos otros personajes que son de alguna extraña manera uno mismo, sobre todo Marvin, el robot androide paranoide más inteligente de toda la galaxia, pero que vive sumergido en la melancolía y el sarcasmo. En fin, una novela con muchos personajes y muchísimas aventuras. Lo del Restaurante al final de la galaxia me parece de lo más chulo que he leído.
Ulises de James Joyce
Que al irlandés se la haya ocurrido escribir cada capítulo con una estructura literaria diferente está bien. Que al irlandés se le haya ocurrido que la historia-tiempo-vida de la novela suceda en un solo día también está bien. Que al irlandés se le haya ocurrido que este viaje de un día fuese en Dublín, está más que bien. Pero que se le haya ocurrido hilvanar la historia de los personajes: Leopold, Molly y Stephen a manera de una "Odisea inversa" en la que los prefectos griegos de tragedia queden a expensas de la comedia y, todos sus recursos lingüísticos, metafóricos o simbólicos, hipertextuales y retóricos hagan referencia a la Odisea de Homero impecablemente... ¡sí su madre! De entrada te atrapa y no te suelta, aunque puedo pensar que es un libro que no es para todos. Te aburre o te encanta. Las más de mil páginas confirman una lectura minuciosa. Sobre todo en el último capítulo.