Decía Jorge Luis Borges, un gran escritor argentino que cambió la literatura y nunca ganó el Premio Nobel —incluid@s Virginia Woolf, Kafka, Joyce, Cortázar, Tolstói, Proust, Vladimir, etcétera— que «la felicidad es la única cosa sin misterio porque se justifica por sí sola». De eso se trata vivir desde cualquier ángulo que queramos verlo: acumular instantes... felices o tristes. Pero disfrutar cada uno como vengan.
Al final eso es lo único que importa. Vivir plenamente el presente y recordar con sonrisas todo lo vivido y todo lo bailado, "porque eso nadie te lo quita".
La idea del post es un recordatorio que la búsqueda de la felicidad es hacer lo que te emociona, enamora y apasiona. Ser artífice o creador@ de tu propia felicidad. Y la cerveza... ¡tiene mucho que ver en todo esto!
A mí me mueve el tapete hablar de lo que hago: gastronomía, música, cerveza, literatura porque siempre he pensado que todas están conectadas. Se puede leer hasta cursi o pendejo... pero no. Creo que hilvanar conexiones con todo lo que nos rodea y revoluciona es algo sagrado. Y la cerveza es algo que apasiona.
Maridar comida con chela genial. Se los recomiendo. Sobre todo hacerlo conscientemente -lo hacemos todo el tiempo, pero no nos damos cuenta y eso es lo triste-. Maridar es algo casual, no de alguien/alguna que haya estudiado/probado todos los estilos y marcas de cerveza de la historia. Es algo que tiene que ver con sensibilidad y susceptibilidad consciente del paladar. Pero también tiene que ver con romper dogmas. Desaprender. Atreverse. Probarlo todo. Equivocarse. Experimentar. Jugar. Reír. Disfrutar. Despertar.
Maridar en lenguaje gastronómico o chelero significa encontrar "matrimonio". Pero... ¡qué pereza hablar de matrimonio a estas alturas de la historia! El maridaje es más amplio, más libre, más juguetón y mucho más entretenido. Hasta puede ser la excusa perfecta para un after, romper el hielo o una cita intensa.
La idea: amalgamar, buscar, encontrar, disentir, sentir... pasarla bien.
Encontrar un plato, tapa o bocadillo que "te mueva el tapete" al lado de una cerveza bien servida puede ser complejo, más no imposible. Todas las combinaciones son múltiples y casi infinitas, dependen de tu rigor o entrega al hacerlo. Chelas hay muchas, ¡muchísimas! ¿Platillos, recetas, entremeses, ingredientes, formas de cocinarlos? ¡Uf! El doble o triple. Así que probá cuanta chela querrás acompañada de comida, pero no olvidés que la idea es pasarla genial. Ponete al límite vos mism@ para entender esta experiencia.
Si te hago recomendaciones con estilos de chela, pues: una Lager siempre va bien con cualquier plato que no sea dulce. Una chela de trigo —Witbier, Weizen, American Wheat Ale y variaciones— siempre van bien con harinas, mariscos, ensaladas, quesos o hasta frutas; sobre todo ingredientes de mar. Una oscura como Porter o Stout marida riquísimo con carnes ahumadas, especiadas o sabores más intensos. Incluso postres. Ahí se lucen sus granos tostados y brillan en boca. Algunos de los maridajes más geniales que he hecho han sido experimentando con maltas tostadas junto a platos que lleven maillard -dorados intensos/ahumados-.
En fin, el asunto es que la pasés bien probando chela con comida. Recordá que no hay dogmas y que la onda es divertirse con final feliz. Y si terminás feliz, es lo que importa. En otro post te cuento sobre mis maridajes más chingones y los tres tipos de maridajes que existen. Aunque existen más. Hasta pronto.
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