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Discos Bromiscuos: Lujo Ibérico

A finales del año pasado me puse a escuchar discos que tronaron y marcaron la cultura pop de los últimos 20 años. La Mala Rodríguez con su poderoso Lujo Ibérico es mi primer imprescindible de la lista. Además, fue su primer álbum con apenas 20 años y una de mis joyas favoritas de hip hop que la catapultó como la más grande rapera de la música hispana. Un disco fresco y ligero, bien hecho. Inspirador. Potente. Recio.

 

Al escuchar el disco 20 años después, todo parece congruente. La Mala no se esfuerza mucho, tampoco luce una voz virtuosa a lo Amy Winehouse o Mariah Carey. Su estilo estaba claro y definido. Único. Algo que me parece curioso -que siempre he dicho- es que este disco fue un parteaguas que inspiró al reguetón de principios de siglo y a la "música urbana" de Calle 13; pero también fue el punto de referencia o partida para las raperas: Arianna Puello, Ana Tijoux, Miss Bolivia, Rosalía, Rebeca Lane o Nathy Peluso.

«Al volverlo a escuchar, me parece una delicia bien armada con funk y samples "vieja escuela", noise hip hop rapeado con letras reales (no poseras) y melódicas. Estilo Mala Rodríguez... sin tapujos y al grano».
Lujo Iberico de Mala Rodriguez
 

El panorama musical del 2000 pintaba demasiado confuso. Estábamos saliendo de una época oscura del post grunge gringo, el énfasis de la nueva electrónica (house francés/d&b) y el renacimiento del post punk que iniciaron los escoceses Franz Ferdinand y los neoyorquinos The Strokes un año después. En cuanto al panorama de la música hispana se planteaba diferente, pero también en transición: La apuesta macho por los dinosaurios parecía ya cansada (Héroes del Silencio ya disueltos y con Bunbury empezando a tronar de solista, Charly García con una propuesta obtusa y Café Tacvba iniciando nueva electrónica con Revés/Yo Soy) parecía ya absurda. Entonces llegó La Mala... y cambió el panorama por completo. Fue liberador.


Pero iré al grano, a lo Mala... Lujo Ibérico es una explosión de beats, joda, honestidad y letras dinamita. La española, que incluso se auto llamaba Mala María -todavía apegada y un poco miedosa a lo que estaba proponiendo- produjo furia y rabia acompañada del mejor scratch y hip hop influenciado por Gansta Rap del West Coast gringo (Ice Cube, 2Pac, Dr. Dre, Snoop Dogg, Warren G) con sonidos funk, frescos y espontáneos que tronaron y se quedaron en el inconsciente colectivo musical. Sobre todo en el del jip jop.

Mala Rodriguez Lujo Iberico Hip Hop
La Mala, desde la sensualidad y erotismo es una DIVA.

Todo el paquete armado por sus compas Supernafamacho y Jota Mayúscula es dinamita impregnada de buen rap pegajoso y lleno de loops sonoros. Además, con todo el statement afroamericano -cultura de la que se inspiran en cuanto a fulgor y discurso- que tiene mucho que ver con resiliencia y revolución.


Desde que abre el disco con Tengo un trato se siente una nueva propuesta y discurso lírico que abofetea al machismo patriarcal de más de dos mil años. La Mala abrió los ojos a todo un movimiento de sororidad y de identificación del poder femenino que sonoramente es un loop del mejor N.W.A. con una voz sutil que se repite como manifiesto: «Tengo un trato, lo mio pa mi saco» a manera de acción liberadora/autobiográfica. Luego le sigue la introducción al disco para presentar a la española de 1.63 m, pero promocionada como la más grande aunque solo tenía 20 años: «Es la chiquita que la vais a ver». Y, claro, no pasó desapercibida. Desde este disco es la jefa de jefas. La mera mera. La mala más mala. La enfant terrible. La siempre mala.


Después de esa rola empieza lo mejor. No van, Especias y especies (con Nina Simone por ahí sampleada), luego Tambalea (mi favorita del disco... jadea, jadea... muy autobiográfica) y En mi ciudad hace caló (donde La Mala funketea espectacular y suelta su discurso personal con elegancia haciendo vocalización).

Mala Rodriguez con Lujo Iberico 20 anos despues
La Mala a su 40 años. Mala, dicen...

Luego vienen las más poderosas del disco al estilo muy propio de la española: La cocinera y Yo marco el minuto. Dos referentes inmediatos para el mejor hip hop hispano, aun sin super bajos ni la tecnología que hay ahora. Pero suenan bien. Muy bien. Dos rolas que inspiraron a todo un movimiento feminista y a una revolución -hasta poética- de la nueva manera deconstruida de ver el mundo. Después de estas se viene el cierre del disco, mucho más funky y lleno de aristas al mejor estilo de Missy Elliott o Lauryn Hill, pero con sonidos flamencos y gitanos que nos comparten su identidad y su morbo y su anhelo.


En conclusión, un disco hermoso que fue parteaguas. Letras que le salieron fácil a La Mala y, además, que retumbaron en su segundo disco Alevosía donde la fama la llevó a viajar por el mundo -incluso a Guate- y a llevar su irreverencia a todas partes con actitud bomba. ¡Gracias, Mala, por ser... tan buena!

 
Escritor, cocinero y poeta guatemalteco Pablo Bromo

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