Los Rodríguez fue una explosión agitada y breve que desencadenó muchas cosas. Si bien Ariel Rot hizo clic inmediato con Andrés Calamaro, los españoles Julián Infante y Germán Vilella le aportaron la sazón justa para que esta banda fuera la banda perfecta a mediados de los noventa. Rock, rumba, flamenco, funk, bolero, ranchera, blues... la lista es enormísima y marcó un eclecticismo único en el rock de esa época. ¡Fiestaaa!
Esta etapa de Andrés Calamaro en la que exploró España y el flamenco y la rumba y el rock y las rancheras y las milongas y el éxito y la joda y la coca y el guaro y el ser extranjero zapateando de madrugá junto a sus compas compitas Ariel, Germán y Julián fue memorable.
«Una chulada, un buen momento y splash generoso que dejó mucha música fresca, intensa y bien hecha».
Hablar de Los Rodríguez siempre es un detallazo porque fue una vida loca resumida en seis años, un adiós definitivo y tres buenísimos discos: Buena suerte, Sin documentos y Palabras más, palabras menos. Únicos, salvajes y bien hechos bajo el resplandor de una sola consigna: diversión es exploración.
Todos estampados en uno solo que abarca muchísimos géneros, maquetas, inéditas y en vivo del 90 al 96.
Después de este discazo que tiene memorables como la icónica vinera "Mi enfermedad", la rocanrolera "Sin documentos", las borrachas "Copa rota" y "Salud, dinero y amor", la popera "Dulce condena", la honesta "A los ojos", la rumbera "Milonga y el capitán", la cortavenas "Me estás atrapando otra vez", la extrapunketa "Palabras más, palabras menos" o la de la radio (charts) "Mucho mejor" vino una copiosa carretera pavimentada a la gloria de Andrés.
Pero acá, todas la rolas son imprescindibles, poderosas, espontáneas, chingonas, cantables, bailables y muy fluidas. Necesarias. Un soundtrack de vida. Un disco “Para no olvidar”, mi favorita de Los Rodríguez.
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