Hablar de comida que reconforta es hablar de muchas cosas: Comida que nos regresa los ánimos con calorías, carbohidratos y placer. Comida "fácil y sencilla" que alienta y da felicidad. Esa que queremos comer todo el tiempo, pero también queremos extrañar. Esa que te abraza, así de fácil.
Después de una crisis, un accidente, una ruptura, una discusión o una de las resacas más feas no hay nada como echarse una buena comida/bebida que te regrese a la vida y te haga sentir mejor: "There's no place like home" —Anthony Bourdain. Y eso es la #ComfortFood. Platos que te levantan los ánimos y devuelven la sonrisa. Pero también recetas impregnadas de nostalgia, folclor, calorías y carbohidratos que te dan un subidón de felicidad. Y qué mejor cuando la necesitás. Como música que abraza rico.
«El término surgió en EU a finales de los sesenta, pero se popularizó en todo el mundo y cada país tiene su propia comida confort».
En China, los cha siu bao o baos de cerdo agridulce. En India, el khichdi o arroz con estofado de lentejas. En Estados Unidos, la pizza o las hamburguesas; también el macaroni con queso. En Francia, la clásica sopa de cebolla. En Canadá, el poutine o papas fritas con gravy de res. En casi todo el Mediterráneo, la shakshuka o huevos con salsa sofrita de tomate y queso. En Costa Rica, el gallo pinto o la olla e carne. En Italia, la pasta en cualquier presentación. En Japón, la sopa miso. En fin... la lista es enorme.
La #ComfortFood se viralizó hace algunos años con el libro homónimo del celebrity chef Jamie Oliver que la define como un «festín de recuerdos nostálgicos y tradiciones con las que al comensal se le dibuja una enorme sonrisa»... Y eso tiene de grande la comida confort. Nos hace sentir como en casa y nos da una acogedora sensación de sanación (física y emocional).
Guatemala tiene muchísima comida confort que le damos muy poca importancia porque nos invaden esas recetas facilones importadas que nos bombardean las redes. Sin embargo, tenemos platos geniales desde elote asado (con limón y sal), tamalitos de chipilín, hilachas, garnachas, enchiladas (rojas y blancas), frijoles (parados, colados y volteados), mango con pepitoria, tamales de maíz (todos los que hay), cocido de res (con chojín), chuchitos, tostadas de guacamol-frijol-salsa, chocolate caliente, paches, fiambre y cualquiera de nuestros estofados o recados tradicionales: pepián, jocón, kaq'ik, saq'ik, suban'ik, etc.
Entre mis comidas confort favoritas están los huevos revueltos con frijoles volteados y queso fresco, pan francés con crema, lentejas con chorizo ahumado, salpicón de res, chirmol asado, pan con chile relleno, shucos, tortillas con carnitas y guacamol, ¡tacooos!, chow mein sobre tostadas, adobado de cerdo (mejor si acompañado de tortillas y mucho limón), cochinita pibil, micheladas y una versión muy mía de gallo pinto...
¿Y la tuya? Porque cada quien tiene la suya.
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