Mucho de mi ecosistema musical está inspirado en Spinetta, Charly, Cerati, Fito, Calamaro, Virus, Sumo, Vicentico, Divididos, Aznar, Prodan, Los Redondos, Babasónicos, Fabi, Miranda!, Los Cafres, Los Tipitos, Los Abuelos, Illya Kuryaki... Pero estas 3 bandas son las de ahora. Mis nuevas bandas top.
He visto como la movida de música argentina -y latinoamericana- ha cambiado con el fenómeno de la música urbana. Así tenía que ser. Está bien. Me encanta. La línea que dividía al rock del pop era imaginaria, un pretexto mediático para segmentar charts y con la ruptura se caen los prejuicios musicales. Ya Spinetta y Charly se habían saltado la barda pasando del folk a la psicodelia progresiva, al jazz intrínseco, y de ahí a meterle harto synthpop a su etapa más icónica de los ochenta. Se pasaban de la Stratocaster al CP 70 sin presumir, y ahí está escrito en la historia argentina: más de 70 discos de estudio entre los dos + proyectos.
Así que para hablar de rock y pop ya estuvo ya. La música argentina vuela sobre géneros.
Desde el Covid 2020 me recluí a escuchar todo lo que está vibrando en la Argentina del encierro y descubrí maravillas desde lo más sonado de Nathy Peluso o la magia de la poderosa Clara Cava, pasando por Cazzu, Duki, Louta, BZRP o Trueno. Hay una expansión que brilla por sí sola. Son años lindos.
Fueron tiempos de encierro para ver Lives, Stories, Sesiones íntimas y nuevas fórmulas de conciertos. Pero ya el encierro está pasando y el boom de salir a tocar está estallando. Hay mucha buena música en la Argentina contemporánea que está llegando lejos.
Aquí mis tres bandas favs de la argenta renovada. Tres bandas sui generis y de película que resuenan desde hace diez años aprox, pero en los últimos cinco se han consagrado. Tres bandas de electropop elegante con power balads, shoegaze poético y delirium-sicotrópico. Marihuana, mdma salvaje, cocaína y sonidos bien.
Bandalos Chinos y la nostalgia pop
La reminiscencia del electrop noventas y el synthpop ochentero nunca había estado tan de moda con sus sonidos coloridos: Pet Shop Boys, Erasure, The Human League, New Order, Pshychedelic Furs, Culture Club, José José, Los Ángeles Negros, etc. Es algo congénito de la época: Dua Lipa, Jesse Ware, The Weeknd.
La diferencia: tropicalización latina a punto de estallar en baile.
Nunca antes había sido tan cool vestir unos Fila Disruptor con una franela de Stranger Things y bailar duro hasta al amanecer con Tame Impala o Phoenix tronando de fondo. Pues estos elementos pop son los que inundan la estética sonora de estos grandes músicos del Baires Norte. Mucho pop con criterio y elegancia.
Sus álbumes BACH y Paranoia Pop son parteaguas para entender y acercarnos a la nueva folclorización de la música argentina -y latina-.
Dos discos muy bien hechos donde se incorporó Adan Jodorowsky para aportar disciplina y mística. Hay potencia, ritmo, historias bien contadas, amor, diversión, nostalgia, Jeanette, ABBA y buenas baladas pop. Dos discos puntuales donde la música fluye y también la narrativa. Las colaboraciones son buenas. Como dijo El Salmón Calamaro en aquella entrevista que apadrinó al Paranoia Pop: "El pop es el rock inteligente".
Su nuevo El Big Blue está lleno de tramados más interesantes. Hay más madurez y precisión sonora junto a líricas pegajosas. Además de versos para tatuaje: "Borracho, loco y sin señal", "Déjame, déjame que ya no tengo miedo", "El tiempo dura lo que dura curar" y como cien más. La sutileza de la voz de Goyo Degano es magistral y armónica. Articula momentos únicos. Se siente que creció escuchando muchísima música por su amplio registro de armonía vocal. Todos son grandes músicos llenos de influencias disímiles.
Tocaron en Guate hace poco. Logré conversar con ellos en backstage. Fue espectacular. Acá la crónica.
La fuerza de El Mato a un Policía Motorizado
Si hay una banda que me disfruto por su wall-of-sound desgarrador y lleno de ternura son estos platenses. Sin ir muy lejos, puede que sea la banda más poderosa y sólida de toda la Latinoamérica actual. Aunque eso no importa, la verdad, lo que importa es que EMAUPM es estruendo mágico, sublime y 'más o menos bien' tronando de fondo como consigna.
Su shoegaze y rocksicodelia está bien, pero son más que eso. Retruenan. Zumban. Te llenan de energía. Te vacían.
Su fórmula está muy bien definida. Son magnetismo puro y redondo. Todo eso que solitarios y enfiestados anhelamos, lo encontramos en EMAUPM: Pixies, pero más Silversun Pickups. Ramones, pero más happy punk llegándole a The Cure o Las Ligas Menores. Oscurones como The Velvet Underground, pero más beats a lo Joy Division. En conclusión, música bien hecha con letras "himnos" que te calan y coreás por años. Música de bróders para bróders. Algo lindo que pasa también con BaCh. Te hacen sentir parte.
La Dinastía Scorpio del 2012 es de las cosas más hermosas que han pasado en las últimas décadas. Es un álbum luminoso.
Gracias, Santiago Motorizado, por rolas con tanta fuerza y humanidad. Y gracias al resto de la banda por darle un excelente soundtrack a la vida y al absurdo. Luego le sigue La Síntesis O'Konor del 2017 con un orgasmo explosivo de tracks que nos delatan y nos nombran. Un álbum honesto y tierno. Una hecatombe de fuegos pirotécnicos y líricas preciosistas.
De mis bandas favs actuales. Y regresan a Guate pronto. Esta vez sí me los llevo de after. Están advertidos.
Los Espíritus: blues, groove y sicodelia
Puedo imaginar el rostro luminiscente de Spinetta o Pappo descendiendo del cielo, sedientos, buscando a una banda de músicos donde peregrinar unas horas para volver a sentir ese placer físico y descomunal que es gruñir blues puro, rock and roll sucio, sicodelia lúgubre y sin métricas. Esa banda de músicos en la que el fantasma spinetteano resuena son Los Espíritus, que con sus cinco discos ya retorcieron los géneros de la música latina -al menos la de los últimos 20 años-.
Cada disco es mejor que el anterior y eso nos confirma lo grande que son. Desde su Gratitud del 2015, la fórmula es exquisita hasta llegar a Caldero del 2019.
A Los Espíritus no les interesa la fama, y eso se agradece. No importa si solo es enchufar su máquina de estridencia y darle viaje al flow. Lo confirma su sonido básico y de raíz. Profundo. Maxi Prietto lo sabe y lo replica en cada track, especialmente en Caldero, que es una epítome de toda Latinoamérica. Pero esto nos lleva a sus dispares salidas y reagrupaciones. No importa. Siguen tirando ripio emocionante.
Lo que más me cala, ya que vengo de un storytelling spinetteano, es que a Los Espíritus no les interesa la narrativa; sino la experiencia completa. Hay un balance entre letra y sonoridad. Hay cohesión, fusión y una especie de arritmia extraña que los llena de mística. Tracks para tragarse un güisqui a las 9 de la mañana, pero también para ver el atardecer con donas de chocolate a las 7 menos veinte.